Religiones de Daedalus

Carta del Diácono de Segundo Nivel Ravenor al Alto Cónclave,
 
Cumpliendo con la ruta de fe que el Sagrado Consejo me encomendó, informo de la situación de las diversas religiones en Daedalus, ciudad industrial y joya de la Costa del Perdido.
 
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La Sacra Iglesia del Autómata


La fe verdadera tiene bien asentadas sus bases entre la población humana, que ha sabido ver la eficiencia de nuestra mecánica deidad, cuyos engranajes nos guían, eligen a nuestros líderes y nos marcan el camino preciso. El inspirado liderazgo unitario del Gran Sacerdote, prueba de los mejores tiempos que vive nuestra urbe, ya alejada de movimientos heréticos, ha hecho que parte de la población fae vuelva su alma hacia la luz de la auténtica y exacta revelación. Muchos de los faes más anclados en su rancio abolengo y tradiciones miran con recelo a los nuevos creyentes, tratándolos de advenedizos, pero como todos sabemos, una vez se acepta la luz en el corazón no hay manera de extirparla si no es con violencia.

Para proteger a los fieles, disponemos del cuerpo de voluntarios, antiguos criminales, violadores y herejes que purgan sus pecados con la sangre de los enemigos de la verdadera fe. A fecha de hoy, 27 de Marejada, sus números alcanzan los 2000 adeptos. El brazo que mantiene limpia la fe y las almas de toda la ciudad está fuerte y engrasado, pues la Sagrada Inquisición vela con su fe pura y exacta por la salud espiritual general, incluso cuando esas almas no quieran ser salvadas.

Estas armas mantienen fuerte la devoción del pueblo, y como prueba de ello, los ciudadanos no sólo la han acogido como religión oficial sino que han erigido una estatua colosal de acero, embellecida con artefactos métricos y exactos. Sus movimientos, escasos pero clarividentes, son reflejo de la perfección milimétrica con de los designios de Nuestro Autómata, su venerado Consejo y todos los Inquisidores, Sumos Sacerdotes y Presbíteros que cuidan de la maquinaria de este mundo/reino.



De los mitos, las geas y las Sagas Fae


Como ya sabrán vuesas mercedes, los fae no disponen de una religión propia per se, en su lugar adoran a sus ancestros, tanto personales como mitológicos. Ensalzan las hazañas y desventuras de su gente, y se sabe que algunos de los personajes alabados por los fae como héroes fueron conocidos personalmente por nuestro señor Oberón. Dudo de que al amado gobernante del Consejo vayan a cantarle sagas sus descendientes al desaparecer. Además de este culto a los muertos y a sus vidas, encontramos las geas, extrañas y en apariencia aleatorias imposiciones de cada individuo fae posee al nacer. Éstas pueden ir desde no hablar jamás, encontrar durante su vida objetos perdidos de una familia fae, o no llevar otro color que no sea el verde en su ropa. Supersticiones de ignorantes.

Es necesario hacer notar que a pesar de que los fae no tienen un culto oficial, sin embargo sí poseen una especie de sacerdocio, son los llamados Brujos y Brujas. Hágase notar que estos son normalmente confundidos con los Bardos, otra de las tradiciones fae más arraigadas, pero sin embargo los que confunden ambas figuras están equivocados. Si bien los Bardos son, en la acepción natural de la palabra, los portadores de las sagas y los lectores de signos en los recién nacidos (son ellos los que con su criterio alumbran la corte a la que pertenecerá el neonato y su gea); las Brujas y Brujos son una figura más bien escondida dentro del folklore de este pueblo. Se dice que escuchan los espíritus antiguos, y poseen una especie de magia herética que los Inquisidores harían bien en purgar más tarde que pronto. Son reverenciados y temidos en partes iguales, pero en mis indagaciones no pude siquiera ver a ninguno de estos ejemplares, lo que me hace sospechar, habida cuenta de la querencia de esta raza por lo escondido, que una Bruja no se diferencia en los más mínimo de una fae mundana.



La Sociedad No-Muerta


Cabe destacar que los Anales de la urbe muestran a las claras que cuando el primer fae arribó a la ciudad, los no-muertos ya estaban allí. No quiere decir que ellos fueran los primeros habitantes, pero ningún no-muerto ha respondido a quién ocupaba la ciudad cuando llegó el primer fae ni quién estuvo antes de ellos. Cabe reseñar que, dada su naturaleza, puede que alguno de los antiguos habitantes aún se encuentre entre nosotros, y teniendo en cuenta que todo lo que hacen parece parte de un plan a muy largo plazo, eso me hace desconfiar de ellos. 

Ciñéndonos al asunto que nos ocupa, constatamos que los muertos no son muy dados a compartir sus experiencias espirituales. Apenas si conseguí acceder al segundo nivel de Tártaro, pero ya desde ese segundo nivel acerté a escuchar un sonido que provenía de la profundidad del barrio, un repiqueteo digno de un metrónomo sancionado por el Autómata y un canto profundo, gutural. Rápidamente, se me llevó amablemente a otro lugar superior.

Las respuestas a mis preguntas, ya alejados de la espiral que se adentra en las profundidades de la tierra, fueron respondidas con vagueza y generalidades del tipo: rituales atávicos e iniciáticos, ceremonias de pureza… interrogados para que me describiesen algunas de estas ceremonias, el mayordomo simplemente respondió que Lilith era su “Madre” y que a ellos no les correspondía hablar de asuntos que no eran de su competencia. Por descontado que Lilith, madre y miembro del Consejo, nunca llegó a recibirme. Para demostrar normalidad, se me condujo a una pequeña capilla del Autómata, más limpia que la propia Sacra Catedral, eso y su olor neutro fue lo que me hizo pensar en que nadie pasa allí más que para limpiar. Hemos de andarnos con cuidado con estos ególatras malcriados por su “madre”, pues ellos disponen de algo que a nosotros se nos acaba, el tiempo.



De las Creencias de las Tribus Arryn


Las gentes salvajes que se asientan más allá de la ciudad, en los yermos ardientes, no siguen la fe verdadera, sino que manifiestan unas creencias impuras y sacrílegas. Sus cuentos hablan del Wurm Devorador, una bestia inmunda cubierta de espeso pelo, que asola la faz del mundo durante las noches de luna llena; los guerreros le rinden culto y visten con pieles en su honor, como animales salvajes. Del otro lado, Dunia, hija del Sol y a la vez personificación antropomórfica de la Luna, protectora de las mujeres. Esta figura, tras ser poseída carnal y atrozmente por la bestia licántropa, lloró con tal amargura que de sus lágrimas nacieron las razas que pueblan Daedalus.

Si bien se trata de blasfemias heréticas que sólo siguen las tribus foráneas, cada vez se infiltran en la ciudad más salvajes, como el chamán Vorkann Vuelo Alto, que infesta a los espíritus más débiles de la ciudad, corrompiéndolos y llamándolos a que adoren a sus falsos ídolos y sus promesas carnales y viles. Ruego una especial atención por parte de la Inquisición hacia estos aspirantes a monstruo violador.



De la Diosa Astada


Apareciendo con posterioridad a la Guerra del Ahorcado, es éste un personaje que ha causado una gran conmoción en la metrópoli. De raza aún por determinar, es característica en esta joven la cornamenta que le da nombre, y que emerge de lo que parece su cabeza, si bien no podría asegurarlo con certeza pues siempre anda entre sombras, escondida por la noche y una capa oscura que la cubre.



No sé hasta qué punto su presencia es relevante o peligrosa (únicamente la acompaña un lacayo enjuto) pero he considerado oportuno ponerlo en conocimiento de sus mercedes, dado el rumor que corre. Se dice que esta joven tiene la capacidad de retornar a la vida a aquellos que han muerto. Hay quien considera que es la encarnación humana del Espíritu del Bosque, de ahí su don para dar la vida; otros consideran que es una impostora y una vendedora de humo. Esta última acepción fue pronunciada por un no-muerto de Tártaro.



Supuestos cultos y rituales en el Chat Noir


A pesar del vox populi habitual de las bondades “culturales” que ofrece este lupanar a sus visitantes, me abstuve a entrar en la guarida del vicio y el placer para, según dicen algunos, ver sus “rituales” y “ritos”. No dejan de ser esclavos de la carne los que llaman a lo que hacen el el Chat Noir divino, religioso o trascendente.

No aburriré al Cónclave con historias más propias de un adolescente calenturiento que de un estudioso de la Sacra Iglesia.




Sin más asunto que tratar, y esperando ansiosamente la llamada del Alto Cónclave para exponer ante ellos mis averiguaciones, me despido. Paz en el Autómata.